9.4.14

Drogas: aprendizaje y adicción

EL CONCEPTO DE ADICCIÓN

La adicción es una conducta aprendida caracterizada por un modo de vida que gira alrededor de la búsqueda de la droga y su consumo, necesario para que el organismo funcione con «normalidad» y según la sustancia de que se trate, ese hábito termina produciendo unos efectos negativos a nivel fisiológico, social, familiar y personal en un grado variable de gravedad.
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Se considera que las drogas ejercen sus efectos reforzantes al actuar sobre distintas zonas cerebrales que constituyen los circuitos de recompensa. Éstos están formados por neuronas que transmiten información de una zona a otra del cerebro a través de unas substancias químicas denominadas neurotransmisores. La dopamina es el neurotransmisor que media en los procesos de recompensa. Las drogas en general acumulan dopamina en la unión interneuronal (sinapsis) incrementando los efectos de ese compuesto en los circuitos de recompensa (Di chiara y North, 1992; Koob, 1992; Becoña, 1999). Ese efecto de satisfacción que producen las drogas como reforzador es similar al que pueden aportar reforzadores naturales como la comida o el sexo, la diferencia está en que las drogas actúan de modo directo sobre los circuitos neuronales de recompensa (Becoña, 1999). El proceso de sensibilización a la droga se deja ver también en el sistema neural, así en la tolerancia y en el síndrome de abstinencia se observa una disminución de dopamina a nivel cerebral.

Existe una perspectiva conductual que intenta explicar los motivos que favorecen la adquisición y mantenimiento de la adicción. Desde las teorías del aprendizaje se ofrecen nuevas alternativas de comprensión del porqué un sujeto se vuelve adicto y los medios para intervenir sobre la adicción. Las drogas pueden funcionar como reforzadores positivos o negativos. En el reforzamiento positivo las consecuencias agradables derivadas del consumo aumenta la probabilidad de volver a consumir, así el poder euforizante, desinhibitorio de la droga o relajante entre otros. En el reforzamiento negativo, el alivio del síndrome de abstinencia es lo que mueve a reproducir la conducta adictiva.


¿QUÉ ES EL APRENDIZAJE?

El aprendizaje se define como una modificación de la conducta relativamente estable, resultado de la experiencia entre el individuo y el ambiente. El aprendizaje, por tanto, implica un cambio, siempre que ese cambio no se deba a factores innatos, estados de maduración o a elementos que producen estados transitorios como las drogas (Pinillos, 1980).

La mayor parte de las veces el aprendizaje supone la adquisición de conductas que mejoran el grado de adaptación y supervivencia del sujeto, por otro lado comprende también la adquisición de comportamientos que degradan la calidad de vida, como por ejemplo la adicción a la heroína o al alcohol.

Existen dos conceptos relacionados con el aprendizaje. El concepto de «instinto» está en el extremo opuesto al aprendizaje, hace referencia a un comportamiento espontáneo e innato utilizado por los miembros de todas las especies en respuesta a la supervivencia. El concepto de «reflejo» hace referencia a la unidad básica de conducta representada por la conexión entre un estímulo y una respuesta a nivel de la médula espinal. En el reflejo básico intervienen neuronas sensoriales y motoras que expresan reflejos tan simples como el rotular, pero otros muchos reflejos en cambio, como la dilatación pupilar o el sobresalto, requieren la intervención de conexiones neuronales de orden superior donde intervienen no sólo el nivel medular sino también el cerebelo y tronco encefálico (Pinillos, 1980).





 La conducta no se puede comprender sólo desde un punto de vista biológico, pues la maduración y el aprendizaje son elementos interdependientes; así en el comportamiento se implican, por un lado, un aspecto de experiencia en el sentido de manipulación del medio y otro aspecto de funcionamiento intrínseco del sujeto que tiene que ver con los cambios en su estructura encefálica y que dependen del nivel de desarrollo filogénetico de ese organismo. Por último, nombrar la dimensión social del aprendizaje en cuanto proceso implicado en la adaptación ya que supone la incorporación de nuevos modos de actuación y la desaparición de otros lo que garantiza la continuidad y conservación de la especie.






TEORIAS DEL APRENDIZAJE

Las teorías del aprendizaje explican la adquisición de una conducta obedeciendo a unos procesos que siguen el condicionamiento clásico, operante y el aprendizaje social. A estas teorías le preocupa el resultado de esos procesos, el cambio que se origina de la interacción entre los organismos y el entorno.


CONDICIONAMIENTO CLÁSICO

Siguiendo a Pinillos recordemos el condicionamiento clásico o respondiente creado por Paulov (1968) y que constituye el eje del aprendizaje asociativo cuyo supuesto básico se basa en asumir que todo aprendizaje se reduce a la asociación de elementos psíquicos o comportamentales. Cuando un estímulo y una respuesta independientes se presentan uno seguido del otro tienden a asociarse de tal manera que la presencia del estímulo tiende a producir la respuesta (Pinillos, 1980).

Las respuestas reflejas o respondientes se consideran respuestas involuntarias que no dependen de la voluntad del sujeto como la contracción de la pupila en respuesta a la luz o la flexión de un músculo en respuesta al dolor.

La relación entre la luz (estímulo) y la contracción pupilar (respuesta) es automática, no aprendida, pero si un estímulo neutro (inicialmente incapaz de producir esa respuesta) se asocia un número determinado de veces con el estímulo que sí la provoca, ese estímulo deja de ser neutro y termina provocando él sólo la aparición de la respuesta.

La premisa del condicionamiento clásico se basa en que la presentación repetida de dos estímulos de modo contiguo en el tiempo, siendo uno de ellos (EI) un estímulo biológico relevante (por ejemplo: Comida) que es capaz de provocar una potente reacción del organismo o RI y siendo otro estímulo (E), en un principio neutro (Por ejemplo: una luz), es decir, no posee la propiedad de provocar respuestas observables en el organismo. Este estímulo termina produciendo la respuesta semejante a la RI, pasando a ser un estímulo condicionado (EC) y la respuesta que produce una respuesta condicionada (RC).

Existen dos procedimientos importantes dentro del condicionamiento clásico:

a) Condicionamiento Clásico apetitivo:
Este experimento está basado en el condicionamiento salival en el perro. Cuando a un perro se le estimula con un sonido se limita además de oírlo a responder con un reflejo de orientación, levantando las orejas y buscando el lugar de donde procede el sonido. Por otro lado, si al mismo perro se le presenta comida, sus glándulas salivares empiezan a funcionar segregando saliva. Pero si ambos estímulos (sonido y comida) se presentan en sucesión, primero el sonido y después el alimento, muy pronto el sonido (EC) sólo termina provocando la salivación (RC). Se dice entonces que el estímulo neutro (sonido) se ha convertido por asociación en un estímulo condicionado capaz de suscitar una respuesta (respuesta condicionada) similar a la provocada por éste último.

La extinción de la respuesta condicionada se produce cuando el EC se presenta aisladamente un número determinado de veces. Sin embargo, si después de un tiempo se vuelve a presentar el EC sólo, sin refuerzo, la RC aparece siguiendo el proceso denominado de «recuperación espontánea». A través de la generalización la RC el organismo responde de forma análoga a estímulos semejantes, surge ante estímulos semejantes. Este fenómeno de generalización junto con el de recuperación espontánea, entre otros, sirven para explicar la recaída en los heroinómanos como veremos más adelante.

b) Condicionamiento Clásico Aversivo:
Bekhterev experimentó con la conducta defensiva en el perro. Presentaba un tono (E) emparejado con la descarga eléctrica (EI) aplicado a una de las patas delanteras, ante ese estímulo, el perro flexionaba (RI) la pata, pero después de varios emparejamientos. Sólo ante la presencia del tono (EC) presentaba la respuesta defensiva de flexionar la pata (RC).


- Condicionamiento Aversivo al Sabor:
Después de que el animal hubiera bebido un líquido o ingerido un alimento (E), se le inyectaba un agente tóxico inductor de malestar gástrico (EI). El sabor se convierte así en un estímulo condicionado aversivo.

En la desintoxicación del alcohol, se sigue un proceso de condicionamiento aversivo. Se administra disulfiram al alcoholdependiente de modo que si el sujeto bebe, la asociación etanol-disulfiram va a producir una serie de efectos tan desagradables que el sujeto se verá condicionado a no beber para evitarlos.

La metodología del condicionamiento clásico es muy compleja, pues se ha de contar con los parámetros temporales y con la magnitud y cualidad de los estímulos y con el estado motivacional y atencional del organismo.


CONDICIONAMIENTO OPERANTE

Los principios del condicionamiento instrumental describen la relación entre una conducta y los diferentes sucesos ambientales que influyen en ella, sobre todo por las consecuencias que le siguen. Este tipo de aprendizaje se basa en que si una conducta tiene una consecuencia positiva, ese efecto tiende a reforzarla de tal manera que esa conducta es muy probable que vuelva a producirse.

Ante un problema concreto, por ensayo y error el sujeto puede conseguir resolverlo de modo casual, el éxito de ese hecho contribuye a reforzarlo de tal modo que aumentará la probabilidad de que el sujeto repita la conducta cada vez que se encuentre en una situación semejante.

Thorndike formula la «ley del efecto» añadiendo el refuerzo a la asociación de estímulo-respuesta, entendiendo el refuerzo como fortalecedor de la asociación, de modo que aumenta la frecuencia de esa respuesta si se presenta un estímulo positivo o si se suprime uno negativo.

Un elemento o acontecimiento es un reforzador positivo sólo si produce el aumento de la conducta que le precede. Sin embargo, es un reforzador negativo si su supresión después de una respuesta aumenta ésta.

La ley del efecto afirma que cuando una conducta va seguido de una recompensa aquella se fortalece, mientras que si va seguido de un castigo disminuye la probabilidad de su repetición (Thorndike, 1911).

Otros autores como Skinner (1938) acuñaron el término de condicionamiento operante, sus trabajos se llevaron a cabo con las cajas-problemas. Skinner, utilizando una rata de laboratorio, pretendía comprobar la existencia de una respuesta ya adquirida y que el animal pondría en práctica ante la aparición de determinadas consecuencias. Así, si el animal presionaba una palanca situada en la caja, aparecía comida en un comedero situado debajo de la palanca. Cada vez que presionaba la palanca aparecía comida en el comedero, pero si después de varios ensayos la rata presionaba la palanca y no aparecía comida, la rata dejaba de presionar la palanca extinguiéndose la respuesta.

Para enseñar al animal que la comida estaba disponible, se presentaba una luz (estímulo discriminativo). La rata veía la luz y apretaba la palanca, se acercaba al comedero, comía y volvía a apretar la palanca, repitiendo la sucesión de respuestas. Este responde a un condicionamiento instrumental apetitivo.

Si en lugar de presentar comida, cada vez que el animal aprieta la palanca, se diera una descarga, la rata dejaría de apretar la palanca, respondiendo a un condicionamiento de castigo.

A la rata situada en la caja-problema, se presenta un ED (luz) y se da una descarga al animal. Si la rata aprieta la palanca, la descarga cesa. La Luz avisa de que la descarga va a producirse, así que la rata aprieta la palanca ante la simple presencia de la luz, respondiendo a un condicionamiento de escape o evitación.
           
La presencia de un estímulo aversivo disminuye la probabilidad de que se lleve a cabo esa conducta, pero no sólo la aparición de un estímulo aversivo implica castigo. En el condicionamiento por omisión, ante la ausencia de una determinada respuesta, se retira un estimulo positivo existente en el entorno del organismo. Es un tipo de castigo que supone la retirada de un reforzador positivo, lo que disminuye la probabilidad de respuesta. Un ejemplo lo encontramos en el caso de un niño que se niega a hacer los deberes, ante lo cual los padres le castigan dejándole sin ver su programa de televisión favorito. En el castigo influyen varios factores: por un lado la intensidad; si ésta es elevada puede producir efectos negativos a nivel físico y psíquico. Si es muy débil elimina la conducta durante muy poco tiempo. Otro factor es la concepción que cada uno tiene de lo reforzante, para lo que a unos puede ser un castigo para otros puede no serlo. También el fenómeno de la habituación puede hacer que el sujeto se acostumbre a él y deje de ser efectivo. Siempre que sea posible se debe reforzar de modo positivo una conducta incompatible con aquella que se quiere disminuir (Principio de Premack). El castigo debe estar en un segundo lugar detrás del refuerzo. El castigo humano no puede ser explicado sólo en términos de condicionamiento pues los procesos cognitivos superiores influyen en él (como el pensamiento) haciendo posible que el aprendizaje vicario intervenga en el aprendizaje. El castigo enseña a no hacer algo pero no muestra las alternativas de respuesta no punibles lo que hace del castigo un proceso generador de frustración (Pinillos, 1980).


APRENDIZAJE SOCIAL

A lo largo de los años se han formulado muchas teorías para entender el comportamiento. Algunas entendían la motivación e impulsos como los principales determinantes de la conducta. Otras teorías, las del conductismo radical, comprendía la conducta como respuesta a determinadas situaciones estimulares y al refuerzo como elemento que la mantenía de tal modo que  modificando los estímulos y los reforzadores cambiaría la conducta. La teoría del aprendizaje social viene a romper esa dicotomía ofreciendo una teoría explicativa intermedia.

Los determinantes de la conducta son el resultado de la interacción de las personas con las situaciones y no un producto de cada factor por separado. A veces, los factores ambientales influyen poderosamente sobre el comportamiento, otras veces los factores personales regulan el curso de los fenómenos ambientales y prevalecen sobre ellos. Así pues, desde la teoría del aprendizaje social el funcionamiento psicológico es una interacción recíproca continua entre determinantes personales, conductuales y ambientales, entendiendo por determinantes personales la influencia ejercida por el individuo y su conducta (Bandura, 1982).

Las teorías convencionales sobre el aprendizaje resultan demasiado radicales y minimalistas para explicar la conducta social y humana. El pensamiento, el lenguaje y en general todas las capacidades humanas, sobrepasan el simple condicionamiento. El individuo es capaz de beneficiarse de las experiencias de los demás ayudado por el lenguaje y las habilidades sociales. Puede decirse que el proceso por el cual un individuo adquiere determinadas conductas manteniéndolas en el tiempo no obedece exclusivamente a un proceso de condicionamiento basado en el modelo E-R en función de las contingencias de refuerzo. El fallo principal de las teorías tradicionales, y por lo que se las ha criticado, es no reconocer la importancia de los determinantes de la conducta de origen cognoscitivo y explicarlas sólo en función de factores ambientales (Bandura, 1982). La forma de explicar la adquisición de una nueva pauta de conducta de forma espontánea es por imitación. La imitación facilita el aprendizaje mediante la presencia de modelos sociales. Así, durante el período de socialización, el niño repite la conducta que ve en sus padres o figuras significativas, a los cuales toma como modelos.

Los experimentos clásicos sobre imitación fueron pioneros en el estudio de la conducta violenta. Durante la imitación el observador es reforzado por ejercer la conducta del modelo, por lo que estos autores explican la imitación en términos de condicionamiento operante. El reforzamiento también influye en el aprendizaje observacional, pero su influencia tiene un carácter antecedente más que consecuente gracias al proceso simbólico de anticipación de consecuencias. En el aprendizaje social el refuerzo se considera un factor que facilita el proceso y no como una condición necesaria. Así se distinguen dos fases en el proceso de aprendizaje por observación: la adquisición y la ejecución. En la primera, el observador no ejecuta abiertamente la conducta del modelo ni recibe refuerzo, sin embargo hay aprendizaje. Adquiere la conducta de modo simbólico reteniendo la información. Es decir, aprende por simple observación. En la fase de ejecución, el observador reproduce la conducta observada mucho después y en condiciones ambientales distintas que pueden no ser reforzadoras sino neutras. Bandura considera que son tres los procesos que regulan el comportamiento: Los estímulos del ambiente, las consecuencias de la conducta y los procesos cognitivos que median entre el individuo y el medio.

Bandura introduce el concepto de aprendizaje vicario para hacer referencia a la adquisición de la conducta en función de que la conducta del modelo sea reforzada o castigada. Finalmente Bandura sustituye el término imitación por el de modelado con el fin de comprender el aprendizaje observacional, entendiendo el pensamiento como el móvil de la conducta, es decir, Bandura da un papel importante a la cognición como explicación de la conducta, entendiendo por cognición los pensamientos, creencias, expectativas, es decir, ideas preconcebidas sobre algo o alguien que se crean a través de las relaciones con el ambiente, la familia, estilo de vida, etc. Las personas también poseen una capacidad de autoregulación de su propia conducta a través de la interiorización de normas sociales que hacen admisible o reprobable su conducta. El sistema de valores del propio sujeto mueve su conducta, de modo que el control interno de esas normas le llevara al autorefuerzo o a la culpa. Este fenómeno de autoregulación obedece a una retroalimentación interna gracias a los procesos cognoscitivos del propio sujeto más que a los efectos de la conducta en sí.

Para que se produzca el modelado es necesario que el observador preste atención al modelo, recuerde las pautas de conducta, tenga las habilidades necesarias para ejecutarlas y esté motivado para ello. Por tanto, en la adquisición de la conducta observada influye la atención, los pensamientos, creencias, relevancia del modelo, la similaridad entre el observador y el modelo, la credibilidad del modelo, etc. Las consecuencias que se deriven de la actuación del modelo van a ser decisivas para que el observador repita o no la conducta. La experiencia nos enseña actuaciones que tienen consecuencias positivas y otras que tienen efectos negativos, ante lo cual será más probable que llevemos a cabo aquellos comportamientos que son premiados o no censurados y no las conductas que veamos castigar o desaprobar. Entre los estímulos reforzantes disponibles en el aprendizaje social hay que destacar las respuestas verbales de aprobación, afirmación y las no verbales como la sonrisa, gestos de rechazo, guiños, etc.

La característica fundamental de los refuerzos sociales es su distribución intermitente, es decir, no pueden ser programados. Se presentan cada cierto tiempo o número de respuestas, y es gracias a esa irregularidad como las respuestas se vuelven persistentes y difíciles de extinguir. En el aprendizaje social, el castigo se usa como medio para suprimir comportamientos considerados socialmente indeseables. Bandura asegura que en el aprendizaje social los castigos producen un efecto incierto. Propugna, sin embargo, un método más efectivo que es el refuerzo selectivo, consistente en reforzar las pautas de la conducta que se consideren apropiadas desde el punto de vista social y no reforzar el resto.


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