Maltrato intrauterino y prenatal:
Se trata de situaciones debidas a la madre gestante que, pudiendo ser evitadas, se mantienen a fin de provocar consecuencias negativas para el feto. El maltrato intrauterino se puede definir como el conjunto de acciones efectuadas por la mujer para dañar intencionalmente al feto, con la única finalidad de interrumpir su estado de gestación.
Se trata de situaciones debidas a la madre gestante que, pudiendo ser evitadas, se mantienen a fin de provocar consecuencias negativas para el feto. El maltrato intrauterino se puede definir como el conjunto de acciones efectuadas por la mujer para dañar intencionalmente al feto, con la única finalidad de interrumpir su estado de gestación.
La alimentación influye sobre el crecimiento del feto, por lo que las madres mal alimentadas son propensas a tener hijos/as prematuros/as o de bajo peso al nacer, a que nazcan muertos o mueran al poco tiempo de dar a luz.
El consumo de alcohol origina en el feto alteraciones que han recibido el nombre de síndrome alcohólico fetal. Este síndrome puede originar retraso en el crecimiento, influye en la inteligencia y provoca retraso en el desarrollo motor. Los/as niños/as que presentan este síntoma poseen una cabeza pequeña, defectos cardíacos, anormalidades faciales y distorsiones en las articulaciones. Después de nacidos muestran síntomas de abstinencia, tales como: temblores; irritabilidad; ataque espontáneos. Cuando son mayores muestran hiperactividad e incluso incidencias en el habla.
El consumo de alcohol origina en el feto alteraciones que han recibido el nombre de síndrome alcohólico fetal. Este síndrome puede originar retraso en el crecimiento, influye en la inteligencia y provoca retraso en el desarrollo motor. Los/as niños/as que presentan este síntoma poseen una cabeza pequeña, defectos cardíacos, anormalidades faciales y distorsiones en las articulaciones. Después de nacidos muestran síntomas de abstinencia, tales como: temblores; irritabilidad; ataque espontáneos. Cuando son mayores muestran hiperactividad e incluso incidencias en el habla.
Las madres que consumen tabaco tienen más tendencia a abortos espontáneos y partos con neonatos muertos, niños de poco peso, talla y perímetro craneal. Los/as niños/as en edad escolar cuyas madres habían fumado durante el periodo de gestación tendrán más problemas con las asignaturas y con la adaptación social.
El consumo de fármacos puede producir también graves consecuencias. Las drogas entran por la placenta igual que el oxígeno y tienen sus mayores efectos en la primera etapa del embarazo. Las consumidoras de drogas son propensas a tener hijos/as prematuros/as y con poco peso. Los fetos pueden manifestar síntomas de abstinencia al nacer.
Abuso sexual:
Participación del niñ@ en actividades sexuales que están fuera de su comprensión, para las que no están preparados/as y a las que no pueden otorgar su consentimiento, además de violar los tabúes sociales y ser ilegal. Es importante destacar que no es necesario que exista un contanto físico (penetración o tocamientos) para que se considere abuso sexual. Se incluyen aquí comportamientos como: vejaciones, incesto, violación, abuso sexual sin contacto físico (seducción verbal, solicitud de conductas de carácter sexual, exposición de los órganos sexuales ante un/a niñ@ con el fin de obtener placer sexual...)
Prácticamente no hay estudios o investigaciones sobre el tema, lo único que existe son casos aislados aparecidos en hospitales o aireados por la prensa. La ausencia de estadísticas hace creer este fenómeno no se da con tanta frecuencia como en realidad ocurre.
El abuso sexual es diferente según los criterios a los que nos refiramos, así podemos dividirlos:
Según el tipo de relación:
* PAIDOFÍLIA.-VIOLACIÓN: Delito homosexual o heterosexual contra un niñ@ o niña. Normalmente estos contactos no son violentos y pueden considerarse en caricias, manipulaciones de genitales, visión de los mismos y estimulación bucogenital.
No es preciso que haya rotura de himen para que sea considerada una violación. La presencia de esperma -fuera de la vagina, piel, ano, ropas- o una infección posterior confirman el hecho.
Los agresores suelen ser varones menores de treinta años de edad, con inmadurez psicosexual, manifestándolo en erección insuficiente, eyaculación prematura o retardos e impotencia, y en algunas ocasiones son sujetos que sufren algún tipo de trastorno mental. Parece ser que muchos de los agresores han sufrido a su vez, abusos sexuales en su infancia.
Las víctimas preadolescentes manifiestan signos somáticos agudos, tales como disfunción músculo-esquelético, irritabilidad gastrointestinal con diarreas, anorexias y vaginitis. Creen que sus cuerpos quedarán permanentemente lesionados e incluso pueden temer su muerte como consecuencia de la violencia que han sufrido.
* HEBOFILIA: Comercio sexual entre un adulto y un adolescente.
En España existen verdaderas redes de prostitución infantil, en ocasiones la prensa saca a la luz algunos de estos casos. Las víctimas raramente admiten que han sido molestados, violados o fotografiados por los profesionales de la pornografía. Se aconseja que cuando veamos a un/a niñ@ de poca edad instruyendo a otro más pequeño en actividades sexuales, debemos suponer que ocurre algo. Los cambios súbitos observados por los padres/madres en sus hijos/as, tales como aversión a mojar la cama, terrores nocturnos, hablar en voz alta mientras duermen, retorno a la posición fetal, fracaso escolar... pueden ser síntomas alertantes.
* INCESTO: Es una relación sexual en el entorno familiar -hijos/as, hermanos/as de sangre o adoptados-.
- Incesto padre-hija: suelen ser perpetrados habitualmente por hombres maduros entre los 30 y los 50 años; en cambio las víctimas suelen tener entre 9 y 10 años, oscilando las edades desde 1-2 años hasta la adolescencia. El agresor acompaña esta agresión con maltratos físicos más o menos graves. Suele iniciar en el incesto a las primogénitas, con palpamientos que desembocarán en coitos. Cuando la hija mayor deja la casa, las agresiones sexuales y físicas se repiten en la siguiente hija. La víctima es utilizada para mantener unida a la familia. En la mayoría de los casos surge una especie de acuerdo entre marido, esposa e hija. La mujer, en la familia incestuosa, muchas veces suele consentir o callar, quizás tampoco acepte su papel como madre y/o esposa.
Durante la relación incestuosa la hija es normalmente pasiva en cuanto a la participación -no se deja ni se resiste-, experimentando poca culpa y aceptando todo lo que le haga el padre. Estas relaciones generan unas alteraciones emocionales graves, dependiendo de la edad del menor, del tiempo que ha durado el abuso, del apoyo afectivo-emocional con el que cuenta por parte de los adultos, pero generalmente suelen ser:
- En menores de 5 años: Estados de pánico y terrores nocturnos; comportamiento persistente; ciertas formas de agresión; erotización prematura; conductas o comentarios sexuales inapropiados para su edad.
- En edad escolar: agresividad sexual hacia otros/as niños/as; conductas represivas; desconfianza constante ante el adulto; cambios en el rendimiento escolar; excesiva obediencia y deseo de complacer; intenso sentimiento de culpa y de infelicidad; aislamiento personal y social; prostitución; inicio de pequeños delitos.
- En preadolescentes y adolescentes: promiscuidad; intensa rebelión; inhibición sexual; abuso de drogas; intento de suicidio; desórdenes psiquiátricos; desórdenes de identidad, en el caso de las chicas, baja autoestima, con rebelión creciente, fugas, sumisas y pacientes.
La detección de esta forma de abuso presenta muchas dificultades, por diferentes motivos:
- En escasas ocasiones se producen lesiones físicas.
- El tabú social implícito dificulta que las afectadas puedan pedir ayuda.
- Las niñas, sobre todo las más pequeñas pueden confundir la relación con una manifestación afectiva normal y es frecuente que estén sometidas a la presión del secreto impuesta por el adulto.
- Incesto entre madre-hijo: Se llegó a la conclusión de que las madres incestuosas son seductoras y/o incitadoras de la actividad sexual y que psicológicamente se encuentran seriamente afectadas y/o envueltas en actividades antisociales, drogas, prostitución. Los daños infringidos en los muchachos pueden originar un deterioro lo suficientemente severo como para poder bloquear su desarrollo psicológico normal.
- Incesto padre-hijo: Se da con menos frecuencia. Estas relaciones homosexuales pueden inducir al hijo a un comportamiento homosexual ulterior de tipo pasivo.
- Incesto hermano-hermana: Es el más frecuente después del incesto padre-hija. Estas relaciones son, a menudo, actividades exploratorias llevadas a cabo de común acuerdo con el fin de satisfacer cierta curiosidad. A veces se puede producir el coito.
El abuso sexual tiene diferentes modos de presentación y pueden aparecer, aislada o conjuntamente, las siguientes señales físicas:
- En los genitales: Enrojecimiento y/o inflamación del clítoris; estiramiento, irregularidades o rotura del himen; adherencias de los labios menores; desgarros y/o heridas de la horquilla posterior; hemorragia vaginal; dolor en la región vaginal; edema y desgarros de la piel.
- En el ano: Fisuras y heridas; hemorragia anal; dilatación laxa del esfínter anal; dolor en la región anal.
- Lesiones cutáneas perineales: Signo de roce -inflamación, petequias, atrofias cutáneas-; verrugas perinales y/o en introito vaginal. Las verrugas por contacto sexual son más pequeñas que las comunes.
- Lesiones en cavidad oral: Esquimosis u otras producidas por felación; frotis vaginal con presencia de gérmenes sugerentes de transmisión sexual.
- Investigar la presencia de semen, sangre de distinto grupo sanguíneo, pelos o sustancias extrañas.
Abuso sexual:
Participación del niñ@ en actividades sexuales que están fuera de su comprensión, para las que no están preparados/as y a las que no pueden otorgar su consentimiento, además de violar los tabúes sociales y ser ilegal. Es importante destacar que no es necesario que exista un contanto físico (penetración o tocamientos) para que se considere abuso sexual. Se incluyen aquí comportamientos como: vejaciones, incesto, violación, abuso sexual sin contacto físico (seducción verbal, solicitud de conductas de carácter sexual, exposición de los órganos sexuales ante un/a niñ@ con el fin de obtener placer sexual...)
Prácticamente no hay estudios o investigaciones sobre el tema, lo único que existe son casos aislados aparecidos en hospitales o aireados por la prensa. La ausencia de estadísticas hace creer este fenómeno no se da con tanta frecuencia como en realidad ocurre.
El abuso sexual es diferente según los criterios a los que nos refiramos, así podemos dividirlos:
Según el tipo de relación:
* PAIDOFÍLIA.-VIOLACIÓN: Delito homosexual o heterosexual contra un niñ@ o niña. Normalmente estos contactos no son violentos y pueden considerarse en caricias, manipulaciones de genitales, visión de los mismos y estimulación bucogenital.
No es preciso que haya rotura de himen para que sea considerada una violación. La presencia de esperma -fuera de la vagina, piel, ano, ropas- o una infección posterior confirman el hecho.
Los agresores suelen ser varones menores de treinta años de edad, con inmadurez psicosexual, manifestándolo en erección insuficiente, eyaculación prematura o retardos e impotencia, y en algunas ocasiones son sujetos que sufren algún tipo de trastorno mental. Parece ser que muchos de los agresores han sufrido a su vez, abusos sexuales en su infancia.
Las víctimas preadolescentes manifiestan signos somáticos agudos, tales como disfunción músculo-esquelético, irritabilidad gastrointestinal con diarreas, anorexias y vaginitis. Creen que sus cuerpos quedarán permanentemente lesionados e incluso pueden temer su muerte como consecuencia de la violencia que han sufrido.
* HEBOFILIA: Comercio sexual entre un adulto y un adolescente.
En España existen verdaderas redes de prostitución infantil, en ocasiones la prensa saca a la luz algunos de estos casos. Las víctimas raramente admiten que han sido molestados, violados o fotografiados por los profesionales de la pornografía. Se aconseja que cuando veamos a un/a niñ@ de poca edad instruyendo a otro más pequeño en actividades sexuales, debemos suponer que ocurre algo. Los cambios súbitos observados por los padres/madres en sus hijos/as, tales como aversión a mojar la cama, terrores nocturnos, hablar en voz alta mientras duermen, retorno a la posición fetal, fracaso escolar... pueden ser síntomas alertantes.
* INCESTO: Es una relación sexual en el entorno familiar -hijos/as, hermanos/as de sangre o adoptados-.
- Incesto padre-hija: suelen ser perpetrados habitualmente por hombres maduros entre los 30 y los 50 años; en cambio las víctimas suelen tener entre 9 y 10 años, oscilando las edades desde 1-2 años hasta la adolescencia. El agresor acompaña esta agresión con maltratos físicos más o menos graves. Suele iniciar en el incesto a las primogénitas, con palpamientos que desembocarán en coitos. Cuando la hija mayor deja la casa, las agresiones sexuales y físicas se repiten en la siguiente hija. La víctima es utilizada para mantener unida a la familia. En la mayoría de los casos surge una especie de acuerdo entre marido, esposa e hija. La mujer, en la familia incestuosa, muchas veces suele consentir o callar, quizás tampoco acepte su papel como madre y/o esposa.
Durante la relación incestuosa la hija es normalmente pasiva en cuanto a la participación -no se deja ni se resiste-, experimentando poca culpa y aceptando todo lo que le haga el padre. Estas relaciones generan unas alteraciones emocionales graves, dependiendo de la edad del menor, del tiempo que ha durado el abuso, del apoyo afectivo-emocional con el que cuenta por parte de los adultos, pero generalmente suelen ser:
- En menores de 5 años: Estados de pánico y terrores nocturnos; comportamiento persistente; ciertas formas de agresión; erotización prematura; conductas o comentarios sexuales inapropiados para su edad.
- En edad escolar: agresividad sexual hacia otros/as niños/as; conductas represivas; desconfianza constante ante el adulto; cambios en el rendimiento escolar; excesiva obediencia y deseo de complacer; intenso sentimiento de culpa y de infelicidad; aislamiento personal y social; prostitución; inicio de pequeños delitos.
- En preadolescentes y adolescentes: promiscuidad; intensa rebelión; inhibición sexual; abuso de drogas; intento de suicidio; desórdenes psiquiátricos; desórdenes de identidad, en el caso de las chicas, baja autoestima, con rebelión creciente, fugas, sumisas y pacientes.
La detección de esta forma de abuso presenta muchas dificultades, por diferentes motivos:
- En escasas ocasiones se producen lesiones físicas.
- El tabú social implícito dificulta que las afectadas puedan pedir ayuda.
- Las niñas, sobre todo las más pequeñas pueden confundir la relación con una manifestación afectiva normal y es frecuente que estén sometidas a la presión del secreto impuesta por el adulto.
- Incesto entre madre-hijo: Se llegó a la conclusión de que las madres incestuosas son seductoras y/o incitadoras de la actividad sexual y que psicológicamente se encuentran seriamente afectadas y/o envueltas en actividades antisociales, drogas, prostitución. Los daños infringidos en los muchachos pueden originar un deterioro lo suficientemente severo como para poder bloquear su desarrollo psicológico normal.
- Incesto padre-hijo: Se da con menos frecuencia. Estas relaciones homosexuales pueden inducir al hijo a un comportamiento homosexual ulterior de tipo pasivo.
- Incesto hermano-hermana: Es el más frecuente después del incesto padre-hija. Estas relaciones son, a menudo, actividades exploratorias llevadas a cabo de común acuerdo con el fin de satisfacer cierta curiosidad. A veces se puede producir el coito.
El abuso sexual tiene diferentes modos de presentación y pueden aparecer, aislada o conjuntamente, las siguientes señales físicas:
- En los genitales: Enrojecimiento y/o inflamación del clítoris; estiramiento, irregularidades o rotura del himen; adherencias de los labios menores; desgarros y/o heridas de la horquilla posterior; hemorragia vaginal; dolor en la región vaginal; edema y desgarros de la piel.
- En el ano: Fisuras y heridas; hemorragia anal; dilatación laxa del esfínter anal; dolor en la región anal.
- Lesiones cutáneas perineales: Signo de roce -inflamación, petequias, atrofias cutáneas-; verrugas perinales y/o en introito vaginal. Las verrugas por contacto sexual son más pequeñas que las comunes.
- Lesiones en cavidad oral: Esquimosis u otras producidas por felación; frotis vaginal con presencia de gérmenes sugerentes de transmisión sexual.
- Investigar la presencia de semen, sangre de distinto grupo sanguíneo, pelos o sustancias extrañas.
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