Los adultos desde nuestro
posicionamiento prepotente acosamos a los adolescentes con exigencias y
obligaciones dictatoriales que son lógicamente rechazadas, repudiadas y
enterradas en el olvido por su incipiente necesidad de autoafirmarse.
El rígido control que sobre ellos
queremos ejercer, la total indiferencia o permisividad, tiene efectos negativos
en su visión y relación con el mundo adulto. Considerados a nivel social como
caprichosos, materialistas, pasotas, indiferentes, maleantes, egoístas,
consumistas, viciosos,...les son achacados injustamente muchos males del mundo.
En el adolescente se dan
contradicciones tremendas en sus comportamientos, fruto de la inseguridad y
consecuencia de la incongruencia entre lo querer y lo que puede tener. Es
un momento conflictivo, de crisis, de crecimiento personal que necesita del
apoyo adulto para una resolución óptima.
El siguiente Decálogo pretende ser
un breve listado, sin acabar, de los buenos modales que los padres deberíamos
tener con nuestros hijos adolescentes:
1.- El adolescente no es un niño
grande. Tratémoslo cómo quién es, un chico o una chica con nombre y apellidos,
nacido en un momento y tiempo determinados.
2.- Confiemos. No nos espantemos por
sus proyectos abandonados.
3.- Dialoguemos. Evitemos las
continuadas discusiones por asuntos de horarios, salidas del hogar, etc. Hablemos, pongamos normas y recompensas. Reflexiones juntos.
4.- La vida es un ensayo. Sólo
viviendo pueden aprender a desenvolverse en la vida. No tengamos miedo a que
cometan errores, metan la pata o les hieran. Ayudémosles a enfrentar esas
situaciones pero no se las evitemos.
5.- Mostremos interés sincero por
sus amigos.
6.- Establezcamos juntos unas
normas. La ausencia de éstas, lejos de significar libertad, trae consigo
confusión.
7.- Hagámosle partícipes activos en
la planificación de gastos y actividades del hogar.
8.- Seamos sinceros y coherentes.
Las contradicciones en la transmisión de ideales, creencias y valores tienen un
efecto devastador en su personalidad.
9.- Mostrémonos cercanos en sus
momentos bajos dándoles seguridad en sus propias posibilidades.
10.- Tratemos de descubrirles sus
aficiones, no de imponerles nuestros gustos.
Otras muchas sugerencias quedan en
el tintero. Ahora es responsabilidad de todos el esfuerzo de completarla
porque:
Educar es ayudar a nuestros hijos
adolescentes a adaptarse a situaciones nuevas y que sepan, al mismo tiempo,
mantener sus convicciones e incluso su rebeldía. Facilitarles una visión
estructurada y vertebrada de la realidad y potenciar que aprendan a desarrollar
su espíritu crítico.
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