20.4.12

Alzheimer. Animacion Personas Mayores


Es la demencia más común y más frecuente en la población anciana, representando entre un 50 % y 80 % delimagen cursos geriatria total de las demencias. Tiene su mayor incidencia en la población mayor de 65 años, aunque puede aparecer antes y entonces su evolución suele ser mucho más rápida. 

Esta enfermedad debe su nombre al neurólogo alemán Alois Alzhemier y es la más conocida de las enfermedades denominadas demencias, cuyo rasgo común es la pérdida progresiva de la capacidad intelectual. Alzheimer fue un neuropatólogo que describió esta enfermedad en el año 1907. Examinó el cerebro post mortem que le habían enviado del Hospital Psiquiátrico de Frankfurt que correspondía a una mujer de 54 años. Esta había comenzado su enfermedad a los 50 años, principió con un delirio celotípico (delirios de celos en donde piensan que la esposa o esposo los está engañando).hacia su esposo, encontrábase a disgusto en su domicilio, arrastraba las cosas de un lugar a otro, por momentos estaba irascible, hablaba a los gritos, tenía alucinaciones visuales y auditivas. 


La Enfermedad de Alzheimer (EA) aparece de forma progresiva y pocas veces se puede diagnosticar de forma precoz debido a que pasa inadvertida en sus primeras fases. El diagnóstico exacto sólo se puede efectuar una vez que la persona ha fallecido a través de un examen de su cerebro. Se trataría del deterioro y la atrofia de la corteza cerebral.
Esta enfermedad es la demencia senil más frecuente. Afecta a la memoria, las habilidades, el lenguaje y progresivamente a otras facultades. Mientras otras demencias son reversibles y tratables, ésta no lo es. No se conoce con exactitud la causa de esta enfermedad, por lo que es imposible prevenirla y casi muy difícil.

Los signos más frecuentes son: pérdida progresiva de las capacidades cognitivas y funcionales, las cuales contribuirán a deteriorar las relaciones interpersonales del sujeto. Su forma de presentación se caracteriza por la aparición de trastornos mentales tales como ideas de persecución, alteración de la memoria, desorientación temporoespacial, problemas de comprensión del lenguaje, falta de memoria y conversación inconexa, alteraciones en la comunicación social, pérdida de hábitos de higiene, cambios bruscos en el estado de ánimo... No se suele acompañar de síntomas cerebrales tales como alteración en la marcha, coordinación de movimientos o alteraciones en los reflejos.
 En cuanto al tratamiento hay que señalar que de momento es incurable, lo cual provoca un paulatino aumento de los enfermos y un elevado coste económico para hacer frente a los cuidados que éstos requieren.

Normalmente se habla de tres fases en la enfermedad, aunque esta división es demasiado ambigua, por lo que los profesionales que trabajan con enfermos de Alzheimer suele emplear una división más exhaustiva que distingue siete fases distintas. Dichas fases van desde los primeros síntomas hasta el completo deterioro de la persona y su fallecimiento.

A lo largo de todo el proceso de la enfermedad el individuo va advirtiendo cómo disminuye su capacidad para afrontar la vida diaria. Esto provoca frustración personal y estrés y repercute también en el resto de la familia, sobre todo en el cuidador principal, que en la mayoría de los casos es una mujer (ya sea la esposa, hija, nieta, hermana, nuera...). 
Cuando en una familia hay un enfermo de Alzheimer se producen grandes cambios que afectan a todos sus miembros, ya que han de reorganizarse para atender a esta persona. Por ello, es muy importante que no descuiden sus propias necesidades, sobre todo en el caso del cuidador principal. Que sufre las mayores consecuencias del cuidado del enfermo a costa de: realizar un importante esfuerzo físico y psíquico, responsabilizarse de la vida del enfermo, perder paulatinamente la independencia, desatenderse a sí mismo, paralizar durante algunos años su proyecto vital...
   
El cuidador puede verse atrapado en este rol, lo cual provoca consecuencias tanto de tipo físico como psicológico. Para paliar todo esto las asociaciones de familiares de enfermos procuran proporcionar apoyo de diversas formas (información, orientación, consejo profesional, grupos de autoayuda, grupos de ayuda mutua, programas de respiro familiar...) con el fin de mejorar la calidad de vida tanto del enfermo como de la familia. Así se evita o al menos se retrasa el ingreso del enfermo en un centro residencial, lo cual genera sentimientos de culpabilidad en el cuidador porque no siempre encuentra el lugar adecuado o no puede permitírselo económicamente.
   
Es evidente que el apoyo social es un elemento imprescindible para el cuidado de una persona con la Enfermedad de Alzheimer. Así se garantiza la cobertura de las necesidades psicológicas de estas personas que se encargan de su cuidado y que están sometidas a una importante carga de estrés. El apoyo social se orienta hacia cuatro objetivos:

- Moderar los trastornos que se producen como consecuencia del cuidado diario de una persona con Alzheimer.
- Disminuir el estrés y aislamiento social que padecen los cuidadores.
- Proporcionar soporte material dado que los gastos se disparan y los recursos familiares disminuyen (muchas veces algún miembro de la familia debe dejar de trabajar para atender al enfermo).
- Ayudar a los cuidadores para que sigan realizando su importante labor.

Este apoyo social llega muchas veces a través de grupos de ayuda mutua (sobre todo promovidos por las asociaciones de familiares), que consisten básicamente en un grupo de personas que comparten un problema y que se unen para mejorar su situación. En ellos se pone especial énfasis en la interacción entre los miembros y en la asunción individual de responsabilidades, a la vez que se fomentan valores para reforzar la identidad de los participantes.

La forma más organizada de apoyo social son las asociaciones, que en los últimos años han ido ganando en importancia, con lo cual la opinión pública es cada vez más consciente de la presencia de la EA. Las asociaciones de familiares se basan en que nadie va a orientar a un familiar de un enfermo con Alzheimer mejor que otra persona que ya haya pasado por esa experiencia. Por otro lado, el entrar en contacto con otras familias que viven la misma situación suele ser una experiencia muy positiva para los cuidadores.

Las asociaciones de familiares de enfermos de Alzheimer surgieron en España como plataforma para difundir en la sociedad la presencia de la enfermedad, fomentar la investigación científica y lograr una mejor calidad de vida para enfermos y cuidadores. 

Sus objetivos son:

* Generales: Aprender a vivir lo mejor posible con un enfermo de Alzheimer y conseguir una atención integral del enfermo.

* Específicos:
- Informar y asesorar a las familias.
- Apoyarlos y ayudarlos para afrontar el impacto de la EA en la familia.
- Difundir la necesidad de un diagnóstico temprano y preciso.
- Promocionar la asistencia integral al enfermo.
- Estimular la investigación.
- Sensibilizar a la opinión pública y a las instituciones.
- Representar y defender los derechos de los enfermos y de sus familias.

Por último, respecto a las prestaciones sociales con las que cuenta este colectivo hay que destacar que apenas existen ayudas institucionales para los enfermos de Alzheimer, que pueden acceder a ellas a través del grado de minusvalía o por ser mayores de 65 años.

En síntesis, la EA es un fuerte agente de cambio en la familia que trastoca los roles familiares, las relaciones entre los miembros... En el caso concreto de los niños y jóvenes a los que les toca vivir con la enfermedad el impacto suele ser muy fuerte. Por un lado los más pequeños suelen perder parte de la atención que les prestaban sus padres, pero esta ausencia suele compensarse con la experiencia de ver a sus progenitores cuidando cada día al abuelo o abuela con Alzheimer. Este es un modo de adquirir un modelo de conducta positivo. Así, cuando surge la enfermedad, lo mejor es explicarle al niño o niña en qué consiste para que no se asusten ante posibles reacciones inesperadas del enfermo, sus cambios de humor, sus olvidos, su confusión...

Para que la familia supere con éxito la prueba de afrontar esta enfermedad es preciso aumentar la comunicación dentro de la familia, sobre todo con los más jóvenes.

Muchos ancianos desarrollan trastornos depresivos con síntomas que pueden confundirse con las manifestaciones de la demencia. Existen algunas diferencias como, por ejemplo, la depresión usualmente tiene un comienzo abrupto y los pacientes se quejan de una pérdida importante de la memoria pero que al momento de evaluarse se encuentra que tal pérdida no es significativa; por el contrario, quien tiene demencia incipiente tiende a restarle importancia a su trastorno de memoria. 

A continuación presentamos algunos criterios diferenciales entre la depresión y la demencia, según K. Maurer (1993):

- El paciente con depresión acostumbra a quejarse de su falta de atención, de su pérdida de memoria, etc., no obstante, cuando el médico realiza el estudio de los problemas encuentra que tales síntomas no corresponden a un verdadero déficit neurológico. Por el contrario, el paciente con demencia trivializa aquellos hechos en los cuales se descubre su pérdida progresiva de memoria.
- El anciano deprimido generalmente se encuentra con un humor (deprimido) estable; el anciano con demencia incipiente presenta inestabilidad emocional con oscilaciones frecuentes de humor.
- La depresión hace que la persona tenga sentimientos de culpa y miedo al fracaso; la demencia incipiente se caracteriza porque el anciano niega sus problemas, culpa a otros de éstos y usualmente confabula para demostrar su «inocencia» neurológica.
- El paciente deprimido pierde la confianza hacia otras personas y el paciente con demencia se torna exigente hacia los demás.
- El anciano deprimido es coherente en su humor «depresivo» mientras el anciano con demencia tiene delirios superficiales, muchos de ellos ridículos.
- La depresión aparece bruscamente y no dura más de 6 meses; la demencia se desarrolla lentamente y es constantemente progresiva.
- Quien tiene depresión mejora con el tratamiento antidepresivo, mientras que el paciente con demencia podría mejorar parcialmente sus síntomas deprimidos (si los tuviese) pero los trastornos cognitivos (dificultades para comparar, capacidad para resolver problemas de la vida diaria y tomar decisiones, etc.) no mejoran.
- El anciano con depresión tiene insomnio más que intranquilidad nocturna; el anciano con demencia tiene intranquilidad nocturna pronunciada.
- Generalmente quien tiene depresión tiene antecedentes familiares con dicha enfermedad. Usualmente, la persona con demencia tiene antecedentes familiares de demencia.
- El paciente deprimido que está en una situación difícil sabe cómo conseguir ayuda mientras que el paciente con demencia se notará desorientado, perdido y tendrá dificultades para buscar ayuda.
Las características típicas de la depresión en las personas mayores son ansiedad, afecto deprimido, retardo psicomotriz y síntomas somáticos. Suele haber un grado variable de alteración cognoscitiva y puede haber síntomas psicóticos:
- La ansiedad suele ser reportada hasta en 15% de los mayores, lo cual corresponde a la prevalencia de depresión en tal grupo de edad. Hay una elevada prevalencia de ansiedad en los ancianos con depresión mayor que es menos pronunciada en el joven.
- Las personas de edad tienden a no reportar las alteraciones del afecto por considerarlas parte del proceso de envejecimiento.
- El retardo psicomotor usualmente flagrante en el joven puede no ser tan obvio en alguien de mayor edad y es así que los marcadores cardinales de la depresión pueden quedar enmascarados.
- Los síntomas somáticos suelen ser prominentes en la depresión geriátrica. Los más comúnmente reportados son: Astenia (estado de cansancio, debilidad y agotamiento general, físico y psíquico, que se caracteriza por la falta de energía vital necesaria para la realización de las actividades diarias más habituales), cefalea, palpitaciones, dolor generalizado, mareo, disnea (sensación subjetiva de falta de aire o de dificultad respiratoria), trastornos funcionales digestivos.
- Las alteraciones cognoscitivas suelen ser más obvias en el anciano, en particular si hay deterioro asociado. La pseudodemencia depresiva debe ser cuidadosamente diferenciada de la demencia. El término pseudodemencia depresiva se refiere a una depresión que se presenta de forma similar a una demencia pero que remite con el tratamiento de la depresión.
- La ideación pesimista es común y puede alcanzar niveles paranoicos.
- Asimismo, la presencia de hipocondriasis es frecuente y las alucinaciones pueden observarse en casos grave (la hipocondriasis o hipocondría consiste en creer que los síntomas físicos reales o imaginarios son signos de una enfermedad grave, a pesar de la certeza médica de que no lo son).

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