Este
tema se engloba dentro de un marco de acción-reflexión que lucha contra
la cronificación y la estigmatización de algunas familias, y no menos
importante, para combatir contra la creencia general de que los
Servicios Sociales «están para resolver carencias, agujeros, lo que
falta...»; de que solamente están para los pobres, enfermos, ancianos u
otros colectivos (carácter asistencialista y paliativo), lo que supone
también una clara estigmatización de unos servicios para toda la
comunidad.
Debemos ser conscientes de que cualquier persona que entre en
contacto directa o indirectamente con el centro de Servicios Sociales,
de seguro tiene una opinión preexistente de qué significado social posee
el lugar en que se encuentra o al que va a acudir. Por tanto, es
presumible que se produzca un doloroso conflicto (no formulado en
palabras) entre su petición y su dignidad menoscabada por acudir a un
lugar que le señala o tipifica como carente.
Las
familias multiproblemáticas reúnen muchas de estas características, son
rechazadas por la sociedad y son clientes habituales de los Servicios
Sociales, buscando en ellos ese carácter asistencialista y paliativo.
Nuestro trabajo consiste en dar otra imagen, es decir, insertar a estas
familias dentro de los parámetros sociales establecidos como normales
por la cultura dominante y definir los Servicios Sociales como un gran
complejo humano y de medios, trabajando de cara a la prevención y a la
intervención social, en todas sus vertientes, e incluyendo a todos los
miembros de la comunidad, no sólo a los más desfavorecidos.
Dentro
de los más desfavorecidos se encuentran las familias
multiproblemáticas. El concepto de familia multiproblemática (a partir
de aquí utilizaremos las siglas FMP) es un concepto moderno, particular y
prácticamente urbano. La sociedad actual se rige por dos requerimientos
con un fuerte carácter conflictivo: la especialización y la adaptación a
un escenario socioeconómico en constante cambio. Para alcanzarlos es
necesario poseer además de formación académica y profesional,
competitividad y capacitación personal. Todo ello facilita la promoción
social y económica de los individuos, en un difícil mercado laboral. La
sociedad define los objetivos sociales y personales, así como los medios
considerados legítimos para conseguirlos, que no están en la misma
medida al alcancede todos. El dinero, la valoración del poder, la
abundancia material y el triunfo económico-personal por encima de todo y
poca tolerancia al fracaso y a los fracasados, son la representación de
la llamada cultura del bienestar.
La
situación actual de la sociedad es tal cual se describe, con un claro
desequilibrio crónico entre aspiraciones y oportunidades y grandes
desigualdades sociales. Las capas sociales más bajas no alcanzan
siquiera a entrar en el gran mercado económico porque carecen de muchas
de las competencias sociales que hay que poseer hoy en día para mantener
una posición social considerada como válida por la sociedad. Esta
circunstancia encadena sentimientos y reacciones de desmoralización y
rabia entre los grupos afectados.
La
marginación no es un fenómeno de extraña procedencia, sabemos que es
fruto de la propia dinámica social. La asimetría es la característica
que marca las diferencias entre los grupos sociales. La marginación es,
por tanto, la expresión de un conflicto psicosocial.
La
respuesta a estas desigualdades sociales y al conflicto psicosocial van
desde optar por conseguir metas diferentes a las propuestas
socialmente, aceptarlas como tales, utilizar procedimientos no legítimos
para conseguirlas o romper con los medios y las metas y aislarse de la
sociedad.
EL PROCESO DE CONVERSIÓN EN FAMILIA MULTIPROBLEMÁTICA
El
proceso a través del cual una familia o persona se va desvirtuando y
definiéndose como multiproblemática, es un proceso dinámico como la
misma sociedad, y se va asentando a partir de los siguientes elementos
que, interrelacionados, no hacen más que favorecer y consolidar la
marginalidad de estos individuos y familias (Comellas, C.; 1996):
Las FMP (aún sabiendo que cada familia tiene sus particularidades), se podrían definir por unas características comunes: estructura, dinámica, ejercicio de la parentalidad, etc.; tanto por compartir valores, creencias o modos de interpretar la realidad…
La
intervención socioeducativa que llevemos a cabo con estas familias,
estará determinada por numerosas características, que se pueden resumir
en dos bastante definitorias: la capacidad para agotar los recursos y a
los profesionales que intervienen, sin realizar cambios significativos y
creando un desánimo lógico en los servicios.
La
multitud de problemáticas entrelazadas que presentan, tanto a nivel
familiar como individual, hace que las intervenciones sean valoradas
como de alta dificultad, y ponen a prueba la resistencia y capacidad
emocional de los profesionales que intervienen.
Normalmente
acuden a los centro de Servicios Sociales para solicitar recursos y
ayudas, que en muchas ocasiones tienen agotadas o son imposibles de
proporcionar, lo que genera el alejamiento temporal de la familia y la
impotencia del profesional ante tal situación caótica y angustiante que
irradia y oprime. Los profesionales han de tener en cuenta que estas
familias generan un paralelismo funcional que se fundamenta en la acción
y no en la reflexión.
Además
de los Servicios Sociales, estas familias discurren en un continuo ir y
venir por muchas otras instituciones sociales. En más de una ocasión,
de seguro, quedaremos perplejos ante la experiencia y los conocimientos
de la familia sobre el funcionamiento asistencial-institucional y nos
sentiremos como marionetas viendo como la relación la marcan ellos:
inmediatez, dificultad de resolución de conflictos, violencia,
dependencia, cronicidad. Es bastante difícil para los profesionales
capear tal cúmulo de sentimientos y actitudes que directa o
indirectamente les están proyectando: desesperanza, desilusión,
impotencia, resignación, cansancio, pasividad..., entre otras.
Estas
familias provocan gran contrariedad y muchos interrogantes. Los
profesionales suelen preguntarse si realmente quieren cambiar, e incluso
se plantean si eso puede ser posible. ¿Quién quiere el cambio?, es la
pregunta, y la respuesta es: más el profesional que la familia.
Con
estás familias no trabajamos solos; si son familias menos problemáticas
ya intervienen otros contextos (médicos, profesores, jueces,
policias…). Con las FMP estos servicios se duplican y están
continuamente presentes, principalmente los servicios especializados en
infancia, debido sobre todo a las mútiples situaciones familiares en las
que los menores sufren un total o casi total abandono generalizado
(atenciones y cuidados básicos, educación, relaciones sociales,
ocio...).
Tengamos, pues, en
cuenta el marco contextual y social en el que se encuadran las FMP
(poseer estos conocimientos ayudarán a afrontar las dificultades
iniciales). No se puede obviar la interrelación de variables y
características geográficas, de hábitat, de expectativas laborables y de
economía sumergida; o de variables socio-educativas y culturales y la
existencia de recursos públicos y privados, que responden a las
necesidades de la población.
Si
concretamos un poco más tendremos que las FMP, generalmente, se
encuentran viviendo en contextos sociales de alto riesgo, que se
caracterizan por tener muchas y graves carencias, y en los que domina la
pobreza económica y la dificultad para ascender socialmente. Estas
zonas degradadas se pueden considerar también como multiproblemáticas.
Las personas que habitan en esos lugares necesitan de un funcionamiento
más óptimo para desenvolverse adecuadamente y de que su entorno les
proporcione más recursos.
El
maltrato social estructurado, en su forma más ejemplar, se conoce como
pobreza. Aún sabiendo que existen numerosos focos de pobreza y
marginación no debemos generalizar a todas las personas o familias
pobres como desestructuradas o multiproblemáticas. Existen familias con
escasos recursos que cuidan a sus hijos y los educan adecuadamente áun a
pesar de la miseria.
También
es cierto que la falta de medios y de competencias sociales
reconocidas; así como las dificultades para cubrir las necesidades
diarias y para proporcionar los elementos educativos necesarios,
incrementan el riesgo de marginación, la tensión familiar y el estrés
individual, facilitando la aparición y mantenimiento de comportamientos
distorsionados y dificultando la posibilidad de una reacción eficaz ante
su manifestación.
Los
valores personales y culturales, tan importantes para mantener el
equilibrio personal, se desmoronan y se da comienzo entonces a una
dinámica circular de difícil ruptura. Esta dinámica cada vez se hace más
patente y ahogante, basada en la inmediatez de las actividades, que
predispone a la negligencia y pasividad social y a la preponderancia de
actividades sumergidas para poder garantizar la supervivencia. Cuando la
personalidad se construye en un contexto cultural como el descrito,
difícilmente se puede decir que el individuo en desarrollo está
creciendo en un contexto favorable.
EL CONTEXTO DE ALTO RIESGO SOCIAL (Comellas, C., 1996)
Cuando
necesidades básicas y esenciales de las personas, como la identidad, la
autoestima y la seguridad no se satisfacen, puede surgir la anomia, la
dolencia colectiva. Los adultos que viven en una situación de anomia
social están al margen de los límites admitidos por el sistema
sociocultural, con lo cual sus formas de relación pueden estar marcadas
por la agresividad y la violencia a causa del malestar que provoca la
insatisfacción entre el deseo y su realización, por la ausencia de
reguladores que permitan encauzar y resolver este malestar.
[ A) Características del contexto:
1. Precariedad económica. Debido a la falta de recursos personales y la poca capacitación laboral y formativa:
- Inestabilidad laboral importante, y una tasa de paro muy elevada.
- Prevalece como modus vivendi una economía sumergida, actividades ilegales, inestables, provisionalidad.
- Supervivencia diaria, unida en muchas ocasiones a las instituciones de la zona.
- Prevalece como modus vivendi una economía sumergida, actividades ilegales, inestables, provisionalidad.
- Supervivencia diaria, unida en muchas ocasiones a las instituciones de la zona.
2.
Vivienda: Condiciones precarias de habitabilidad. En algunas zonas, las
viviendas son antiguas, con riesgo de hundimiento, en condiciones
ilegales de contratación, y con alquileres desproporcionados a las
condiciones. En general, los problemas más usuales son de ocupación de
viviendas, desahucios, realquileres,... que dan un carácter inestable y
de movimiento al espacio vital. Dificultades en la organización y
limpieza, con lo que las condiciones higiénicas no son adecuadas. Poco
espacio en relación al grupo de convivencia, hacinamiento.
3. Alta incidencia de problemáticas entrelazadas. Prostitución, drogadicción, tráfico de drogas, delincuencia.
- Mucha población con problemáticas individuales, problemas de salud mental, cronicidad y deterioro.
- Número elevado de estructuras familiares desorganizadas.
- Número elevado de estructuras familiares desorganizadas.
4.
La calle como espacio socializador: espacio de relación y de
intercambio que en muchos casos se convierte para los niños en espacio
socializador alternativo a su familia. Es también donde se realiza la
actividad laboral dentro de una economía sumergida marginal. Muchas de
las problemáticas del contexto se dan en el espacio de la calle:
prostitución, consumo de drogas, delincuencia, tráfico de
estupefacientes... Los modelos de identificación no son los más
adecuados.
5. Peligro externo.
6.
Tasa elevada de problemática de infancia. Contexto de riesgo para el
desarrollo infantil. Los menores que nacen en un contexto desfavorecedor
ya se encuentran en una situación de desventaja y/o riesgo en relación
con otros niños.
7.
Concentración de servicios e instituciones sociales. Son contextos donde
las instituciones sociales son múltiples, tanto públicas como privadas.
Cubren y dan respuesta a las necesidades individuales, familiares y
sociales del territorio, tanto en lo material como complementando y
sustituyendo, en algunos casos, las funciones parentales hacia los
menores.
8. Delegación. El
cuidado de los niños se convierte, en muchos casos, en un intercambio de
la actividad económica marginal. Vecinas cuidadoras se encargan de la
atención de los niños a cambio de dinero. Otro tipo de delegación
característica es en la familia extensa, y aquí aparece la figura de las
abuelas. La estructura en estas familias se altera en su ciclo vital,
ya que las madres o están incapacitadas para poder atender a sus hijos,
por problemas sociales, o por estancia en prisión… o utilizan la
delegación como medio de independizarse. Delegación en los servicios de
la responsabilidad y solución de la situación en que se encuentran.
9.
Indiferencia substancial delante de los problemas de reconocimiento
legal de las situaciones y de los vínculos familiares. Ilegalidad
presente en muchos de los aspectos de la vida: trabajo, vivienda,
delitos, etc.
10. Contexto en
constante situación de crisis. Puede producir el enquilosamiento de las
dinámicas redundantes y la homeostasis, al ser crisis entorno a la
circularidad, y no producirse cambios cualitativos de las situaciones:
peligro de homeostasis relacional, cronicidad, (equilibrio y acomodación
a la situación).
11.
Contextos aglutinados o desligados. Los aglutinados tienden a tener
límites muy cerrados con el exterior. Establecen normas y reglas propias
en las que es difícil incidir: aislamiento social.
Los
desligados, al contrario, tienen límites laxos con el exterior. No hay
un sentido de pertenencia ni de identificación con el grupo de
convivencia en cuanto a reglas compartidas. Se deriva un caos y
desorganización, que es común a los que viven en el territorio.
Permeables al contagio del caos. Contexto no contenedor y pobre en
cuanto a resolución de problemas dentro de la propia comunidad:
aislamiento social.
12. En
este tipo de territorios se produce una inestabilidad importante de
población, con continuos cambios. Por la capacidad caótica de absorción,
se da mucha población flotante. La característica de permisividad con
lo ilegal también da cabida a mucha población que no podría vivir en
otros territorios, como los emigrantes ilegales. Esto propicia gran
cantidad de población no censada y transeúntes.
13.
Son contextos donde la política social debe poner a prueba el gran
dogma de la justicia social; produciendo la gran contradicción de la
penalización de la desigualdad, al haber creado unas expectativas y
necesidades sociales que en estos contextos no se pueden alcanzar si no
es ilegalmente o dependiendo de los servicios públicos en sus
necesidades básicas.
14.
Contexto relacional, basado en relaciones de violencia y poder. Las
habilidades de comunicación no pasan por la negociación. Relaciones
ausentes de empatía o capacidad de entender o comprender el punto de
vista del otro. Son comunicaciones unidireccionales.
[ B) Valores sociales y personales dominantes que se transmiten
- Cultura de la inmediatez.
- Lo importante es ganar dinero, sin demasiado esfuerzo y de una manera rápida. Lo importante es sobrevivir.
- Privación y carencia. No satisfacción de las necesidades psicológicas, educativas, sociales o culturales. Desaliento.
- Inconstancia. Desorganización de la vida cotidiana.
- No intimidad. Dificultad para la diferenciación e individualización de los miembros. No se elaboran sentimientos de propiedad.
- Dificultades para planificar a largo plazo.
- Pasividad. Ausencia de proyecto familiar: no estimulación ni motivación para mejorar. No hay expectativas.
- Satisfacción rápida de los deseos, impulsividad interior, comportamiento basado en la acción y no en la reflexión: Contextos actuantes y no pensantes.
- Modelo de identificación externo, pobre y donde la autoestima y el autoconcepto es bajo.
- Contexto peligroso: constante alerta, defensa, incremento de la tensión personal, continuamente leyendo las posibles situaciones de peligro.
- Desconfianza en el mundo externo y en la gente: disminución de la seguridad interna y externa, el mundo es amenazante.
- Funcionamiento e interés de los adultos como prioritarios, en detrimento de los intereses de los niños: funcionamiento adultista.
- Potencian, o bien actitudes sumisas, que perpetúan la dificultad de autonomía, o bien actitudes superficiales en función del beneficio que proporcionan.
- Falta de referencia de adultos, como figura de apego.
- Relativismo normativo. O no hay reglas fijas, o estas no coinciden con las sociales: confunsión en la manera adecuada de comportamiento, entre lo bueno y lo malo, entre lo lícito y lo ílicito, lo legal y lo ilegal: patrones sociales desorganizados.
- Desesperanza. Desilusión. Actitudes reactivas o depresivas.
- Desconfianza de lo externo. Miedo a lo distinto. Al no existir intercambio con otros sistemas externos, no se pueden reevaluar actitudes, comportamiento y creencias, y no se dificulta la adaptación a otros medios: no existe un aprendizaje interactivo, y se desconocen los códigos de comunicación y sociales, más allá de su propio contexto y familia, reducción del campo de participación y acción social: inseguridad personal en la actuación.
- Baja autoestima personal. No confianza en las capacidades y posibilidades personales. Los sentimientos negativos producen acciones negativas.
- Crecimiento basado en relaciones de desigualdad.
- Lo importante es ganar dinero, sin demasiado esfuerzo y de una manera rápida. Lo importante es sobrevivir.
- Privación y carencia. No satisfacción de las necesidades psicológicas, educativas, sociales o culturales. Desaliento.
- Inconstancia. Desorganización de la vida cotidiana.
- No intimidad. Dificultad para la diferenciación e individualización de los miembros. No se elaboran sentimientos de propiedad.
- Dificultades para planificar a largo plazo.
- Pasividad. Ausencia de proyecto familiar: no estimulación ni motivación para mejorar. No hay expectativas.
- Satisfacción rápida de los deseos, impulsividad interior, comportamiento basado en la acción y no en la reflexión: Contextos actuantes y no pensantes.
- Modelo de identificación externo, pobre y donde la autoestima y el autoconcepto es bajo.
- Contexto peligroso: constante alerta, defensa, incremento de la tensión personal, continuamente leyendo las posibles situaciones de peligro.
- Desconfianza en el mundo externo y en la gente: disminución de la seguridad interna y externa, el mundo es amenazante.
- Funcionamiento e interés de los adultos como prioritarios, en detrimento de los intereses de los niños: funcionamiento adultista.
- Potencian, o bien actitudes sumisas, que perpetúan la dificultad de autonomía, o bien actitudes superficiales en función del beneficio que proporcionan.
- Falta de referencia de adultos, como figura de apego.
- Relativismo normativo. O no hay reglas fijas, o estas no coinciden con las sociales: confunsión en la manera adecuada de comportamiento, entre lo bueno y lo malo, entre lo lícito y lo ílicito, lo legal y lo ilegal: patrones sociales desorganizados.
- Desesperanza. Desilusión. Actitudes reactivas o depresivas.
- Desconfianza de lo externo. Miedo a lo distinto. Al no existir intercambio con otros sistemas externos, no se pueden reevaluar actitudes, comportamiento y creencias, y no se dificulta la adaptación a otros medios: no existe un aprendizaje interactivo, y se desconocen los códigos de comunicación y sociales, más allá de su propio contexto y familia, reducción del campo de participación y acción social: inseguridad personal en la actuación.
- Baja autoestima personal. No confianza en las capacidades y posibilidades personales. Los sentimientos negativos producen acciones negativas.
- Crecimiento basado en relaciones de desigualdad.
Las
FMP presentan unos rasgos que las hacen particularmente diferentes en
relación al resto de familias (como ya hemos visto, y es necesario
reiterar, no todas las familias que conviven en contextos de alto riesgo
social y en situaciones de desventaja son multiproblemáticas).
Las
particularidades de las FMP se concretan, a groso modo, en que inciden
en un mayor número de acontecimientos paranormativos (inesperados y
estresantes, de difícil adaptación; y suelen darse en dos o más miembros
de la familia), y que a su vez disponen de un menor nivel de recursos
para hacerles frente.
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