Los objetivos de la ANIMACIÓN SOCIOCULTURAL en residencias son:
- Organizar las condiciones necesarias para el desarrollo personal y colectivo.
- Fomentar la solidaridad y el compañerismo a través de la comunicación y el trabajo grupal.
- Sensibilizar sobre la importancia de utilizar educativamente el ocio y tiempo libre.
- Buscar la participación en la gestión de la residencia y en la planificación y
desarrollo de actividades.
- Implicar a los residentes en actividades comunitarias.
- Optimizar la dinámica grupal.
- Diseño y desarrollo de actividades recreativas y culturales que potencien la solidaridad y cooperación.
- Compensar carencias y desigualdades culturales.
- Trabajar para el crecimiento de la autoestima de los ancianos, sobre todo, apoyando en las dificultades socioculturales que implican el cambio de situación desde la vida laboral a la jubilación.
- Crear un buen clima de intercambio de experiencias.
- Fomentar la solidaridad y el compañerismo a través de la comunicación y el trabajo grupal.
- Sensibilizar sobre la importancia de utilizar educativamente el ocio y tiempo libre.
- Buscar la participación en la gestión de la residencia y en la planificación y
desarrollo de actividades.
- Implicar a los residentes en actividades comunitarias.
- Optimizar la dinámica grupal.
- Diseño y desarrollo de actividades recreativas y culturales que potencien la solidaridad y cooperación.
- Compensar carencias y desigualdades culturales.
- Trabajar para el crecimiento de la autoestima de los ancianos, sobre todo, apoyando en las dificultades socioculturales que implican el cambio de situación desde la vida laboral a la jubilación.
- Crear un buen clima de intercambio de experiencias.
La Animación Sociocultural en residencias no es fácil, las personas internadas en ellas tienen una baja autoestima y sólo parecen interesarse por los juegos recreativos en los que participa una pareja o un grupo reducido de personas: dominó, cartas, ajedrez, damas, etc. A esta situación unimos que muchas residencias no tienen una adecuada infraestructura para desarrollar actividades socioculturales en ellas. Están más preparadas para la llegada de la muerte que para la vida cultural. Otro inconveniente es que, normalmente, los ancianos de residencias prefieren tenerlo todo planificado «desde arriba», con lo que se puede complicar la participación en la gestión y planificación de actividades... En cualquier caso, y a pesar de estas actividades, la Animación está precisamente para que las dificultades apuntadas dejen de serlo. Con estas actividades, no se buscan resultados cuantitativos, sino cualificar a quien realice las actividades. Por ello, quizá más que la actividad en sí, interesa las técnicas de animación y trabajo grupal que utilicemos (Escarbajal de Haro, A., Martínez de Miguel López, S. , 2003).
Animacion Geriátrica
De los programas dirigidos a las
personas mayores, la propuesta que parece tener más adeptos es la que
quiere organizar toda una red comunitaria de servicios, asistencia,
cultura, etc., a través de animadores socioculturales y entroncada
directamente con las características del lugar.
El animador puede establecer planes concretos de desarrollo
comunitario dirigidos a la Tercera Edad por varios motivos, pero, sobre
todo, porque ese colectivo tiene mucho tiempo libre y seguramente ganas
de utilizarlo constructivamente y, en segundo lugar, porque les
permitirá seguir en contacto con las personas de su entorno comunitario,
seguir siendo parte de la sociedad (Passanante, 1983).
No olvida tampoco esta autora el apoyo y la orientación que deben
prestar, en este sentido, los medios de comunicación social,
fundamentalmente para poder hacer realidad un tipo de educación a
distancia que en lugares concretos son tan necesarios.
Diversos autores han puesto de manifiesto que la calidad de la
«Tercera Edad» dependerá, en gran medida, de la preparación educativa
para asumirla, así como para continuar en ella actividades que potencien
el desarrollo de la personalidad (Moreno, 1988). Por tanto, parece que
la finalidad general es doble: por una parte, propiciar la participación
de las personas de edad en los diversos organismos e instituciones
sociales, a fin de aumentar los procesos de democratización de la
sociedad al evitar las exclusiones que impone la jubilación, y, por otra
parte, acrecentar las posibilidades de desarrollo personal y cultural
de los componentes de este colectivo (March y Orte, 1995).
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